ALICIA Y EL TEMBLOR DEL ALMA

Te amo –le dijo.

Yo no –le contestó, procurando tener la voz más fuerte que la lluvia que azotaba el ventanal. Y luego agregó: Y lo lamento, Andrés.

Sentía sobre ella la mirada furiosa, de truenos que anuncian tormentas. Lo miró con desaliento. Cambió el tono, relajó la postura, tomó esa mano anudada sobre sí misma, la extendió y le dio un beso entre los dedos:

No puedo responsabilizarme de tus cosas, de tus desvelos, de tus dudas. Hazte cargo. No tengo tiempo ni ganas para el amor, te lo dije después del primer beso, te lo dije después de la primera vez que me quedé contigo y te lo repito ahora. Ni el agua que pasó bajo el puente, ni el tiempo que se nos ha adherido, cambian mi posición al respecto. Tráeme el Sampieri mañana, no lo olvides. ¿Almuerzas conmigo?

¿Estás segura que no me amas también? ¿De qué mierda tienes tanto miedo, Alicia? –le dijo alzando la voz, haciendo caso omiso del cambio de escenario que intentó esa mujer a la que le temblaba el alma.

Menos pregunta Dios y perdona -le dijo, dando por terminada irrevocablemente la discusión que estaba en ciernes. Recogió un par de papeles que se habían deslizado de su carpeta, les dio una mirada rápida para reconocerlos y los puso dentro de la carpeta roja.

¡Qué carajo significa eso! –le devolvieron por respuesta – Tú ni siquiera crees en Dios.

Tengo mis dioses –masculló. Si no llegas mañana a primera hora con mi libro bajo el brazo no tienes derecho a entrar a mi departamento. ¿Me doy a entender?

– No. Hace rato que no te entiendo –se levantó, tomó el notebook, un archivador plomo y algunas de las carpetas colgantes que estaban sobre la mesa- Nos vemos mañana y para que sepas mañana todavía te estaré amando ¿Qué harás con eso?

Tras la puerta que se cerró, la lluvia se hizo torrente en los ojos que se quedaron. Alicia, ¿y qué harás también con el amor que temblorosamente te sale por los poros y aroma a canelo los espacios que habitas? ¿Cuáles son esos dioses de los que hablas? ¿No son los mismos que te otorgaron perdón e indulgencia y a los cuales aún no les crees?

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